jueves, 13 de junio de 2013

El valor de un salmorejo y gazpacho en la feria de Córdoba, 2013

El valor de un salmorejo y gazpacho en la feria de Córdoba, 2013
Escrito por el alumno de la clase  de Informática José Francisco Garcia

Capítulo uno :

Cuando llegué al centro de enseñanza eran las una de la tarde. Hacia
un sol esplendido, en su promontorio cercano de la colina del Parque
de la Asomadilla. Chispeaba enjuto su rayo, con esa satisfacción de
los días primaverales excelentes, en la barriada excelsa. Entre los
edificios colindantes, y las aulas en la institución  pública. Era un
día laboral, miércoles, con esa relevancia de las jornadas en las
vísperas del verano. La calle estaba transitada, con esa temporalidad
manifiesta de los días festivos feriales de la ciudad, que se celebran
a una hora tardía, cuando avanza la semana. El autobús esperaba en la
esquina  la afluencia de la gente invitada en el horario convenido
previamente.

La faralá lucia su colorido en los volantes del vestido de sevillanas,
bien puestos y lucidos que llevaban algunas mujeres. Aparcado en el
espacio junto al jardín, allí mismo estaba el vehículo de una empresa
conocida como transportista de viajeros. Accedimos  por los escalones
al interior del mismo, con esa intención sana, de asistir a la
invitación establecida por el colegio a la festividad cordobesa.
Esperó el chófer lo necesario como es preceptivo en estos casos. En el
horario en punto, arrancó con esa meticulosidad de los profesionales
al volante, puso el intermitente, accediendo a la vía de circulación.

Salimos por la rotonda a la Avenida del Brillante, y por la Plaza de
Colón, calle Alfaros, calle de la Feria, Avenida de la Rivera llegamos
al Arenal. La urbe mantenía ese aire agradable en el preámbulo de la
fiesta por antonomasia, que ya estaba celebrándose en su cita anual.
Nuestra muy honorable profesora Maria Dolores nos acompañaba con esa
imagen de persona culta y respetable que ella tiene. Su seriedad es
siempre garantía del buen funcionamiento de las clases. Y esa
observación benévola de las reglas académicas es lo que ella inspira
cuando esta presente en un acto público. Se había puesto en marcha el
bus directo al recinto de la feria.

Capítulo dos :

Cuando el bus echó a andar el jardín de la avenida, en la otra esquina
del colegio, florecía verde su floral ramaje. Los setos unidos,
recortados aparecían desde el cristal en un asimétrico diseño. Los
edificios que el sol alumbraba quedaban aun lado y a otro, con esa
versatilidad anunciadora de la urbanidad excéntrica, reflejada en la
silueta de su altura. La gente caminando por las aceras a la hora del
mediodía en busca del almuerzo, de vuelta de sus quehaceres.

Los coches aparcados en las orillas de la calzada. Los balcones
proyectaban esas sombras minúsculas por donde la claridad entra a las
viviendas. Avanzaba el vehículo al ritmo del tráfico, girando en las
rotondas con esa pericia de los profesionales al volante, que
tranquiliza a los viajeros. Prudencialmente accionaba el pedal del
freno, sin brusquedades, ni sobresaltos. El rum-rum del motor era
imperceptible. Lentamente reducía velocidad en las intercesiones,
cedía el paso; y evolucionaba su imagen metálica sobre la abertura de
la calle. Pasaba con esa precisión de los autocares volteando las
ruedas por el asfalto en dirección al Arenal.

Refractario su empuje entre las avenidas en el chasis de un transporte
de viajeros de lujo. La zona ajardinada a la izquierda, la hilera de
pisos a la derecha. El conductor conducía con perfección. Se
encaminaba hacía el cruce de la carretera con la Avenida del
Brillante.

Capítulo tres :

Hecha la intercesión en el gran bulevar que baja desde la sierra,
hasta el centro de la ciudad, nos dirigíamos hacía la plaza de Colón.
Entre semáforos, la densidad del tráfico a una hora punta, las moles
constructivas de viviendas, el asfalto caluroso y la gente que
transitaba por los acerados. Lucía el sol en el urbano encuentro en la
vespertina hora del mediodía.

Cruzamos delante del edificio público de la Diputación
entre los vehículos que ocupaban la calzada. Giramos a
la izquierda, tras pasar el Bar Puerto Rico. Con su terraza de mesas
metálicas, sus cristaleras de la puerta principal con cristales
transparentes, y esa  especial consonancia que representa en su
enclave, durante tantos años. Frente a él esta la escultura dedicada a
la mujer cordobesa. Paró en la señalización obligatoria de la esquina.
Cuando se abrió la luz verde, arrancó de nuevo, hacía la calle
Alfaros. Pasando junto al Ayuntamiento, entró en la calle de la Feria,
o de San Fernando. Entre los naranjos, se dejaba caer cuesta abajo,
deslizándose en la pendiente.

Entonces tuvimos la sensación que nos
dirigíamos efectivamente al recinto ferial. En la Cruz del Rastro era
necesario pararse por la regulación que hacía la guardia urbana de la
circulación. Cuando autorizaron al transporte donde íbamos subidos, se
hizo a la rivera del río, donde ya había cierto aire de fiesta en el
pavimento de las aceras. Pasada la ermita, por la gran avenida de los
jardines , daba sus últimos aceleraciones el chófer. Eran pasadas las
una y media del miércoles; con esa tranquila expectación que produce
un viaje al final del curso lectivo, camino de las Fiestas de la
Salud; en su celebración diurna.

Capítulo cuatro:

El rum – rum del motor desaceleraba su velocidad cuando estaba
llegando a la rotonda del Eroski. Donde se detuvo ante la  señal
semafórica en rojo .Puso el intermitente  a la derecha, tras meter la
primera marcha, se introdujo  en la intercesión. Trató de parar, pero
la policía local se lo impidió, diciéndole que pasara hasta el
aparcamiento junto a la caseta municipal, habilitado para tal fin; en
un anchurón espacioso para el servicio público.

Entró por la calleja estrecha asfaltada con precisión
en una conducción tranquila, pasando
delante del estadio: donde los ocupantes mirábamos con esa admiración
por el deporte del fútbol. Y la memoria del equipo deportivo ante
nuestros ojos en tan alto monumento clásico y moderno. Avanzaba, por
aquella vía  con ese pensamiento de quien esta llegando al final del
trayecto. Ante las atracciones lúdicas de los feriantes paradas, abrió
la puerta, por donde bajamos, con esa sensación de estudiantes
llegando a su destino, en una corporación asociada al fin de su
entretenimiento. Donde buscábamos compartir un rato de ocio,
participación, distracción como actividad de un fin de curso, en un
encuentro común.

Relucian los hierros de aquellos artefactos de
colores, detenidos como jaulas en medio de la festividad , tras el
frenético ajetreo, pitidos, bocinazos, músicas de la tarde-noche
anterior. Esos monstruos de la diversión pagada contenían en sus
chasis esa ornamentación diversificada de los recintos festivos ; en
las ferias municipales de todas las ciudades del mundo. Trasmitiendo
con su fantasmal imagen ese estruendo sonoro apagado que certifican
cuando están a pleno rendimiento. Pero que en ese encuadre mediático
de la representación que ostentan simulan el verdadero espectáculo. La
continencia de sus brazos accionándose en un largo paseo de su
recorrido, a una velocidad vertiginosa. Formando ese placentero
trayecto como una misión genérica de todos los festejos en la
concurrida concentración del público.

Capítulo cinco.

Conforme bajamos del bus, el grupo empezaba a andar en el recinto
ferial. Vimos la caseta municipal con los lunares de colores en el
vallado de su perímetro. El escenario al fondo, sillas,mesas,
...Tratamos de averiguar cual era la parada del trenecillo  de
mayores, que tenía un espacio habilitado para ello. La caseta de
protección civil, servicios de vigilancia, y otros cuerpos de
seguridad, entendimos con la mirada que estaba ubicada en una de las
esquinas. Giramos en la amplia calle.

Algunas mujeres llevaban su vestido de gitana con el colorido propio
de los volantes. Cuando me dí cuenta iba a mi lado una señora delgada,
con aspecto apacible y señorial; tranquila, pensativa, serena.
Entablamos conversación. Era una maestra del instituto; con ese
aspecto de intelectual y amplia capacitación. Caminábamos entre las
casetas detrás del grupo, que dirigía la profesora Maria Dolores. Que
es una diligente instructora en su disposición directiva; segura de si
misma, resolutiva. Entusiasta y con ese tacto que ella tiene para
tratar al alumnado.

El gentío cruzaba de un lado a otro en las bocacalles; pero aún no
había aglomeraciones. Unos iban en una dirección, los otros en sentido
opuesto. Pensé muy bien de la educadora con la que iba hablando. El
sol daba brillante en la blancura de las portadas. En las paredes
chorreaba mayo con su festivo día luminoso. La claridad centelleaba en
aquellas pantallas que formaban las ambulantes construcciones,
montadas a la carrera en pocos días.

La música sonaba en alto. Los altavoces a todo ritmo marcaban la
sensación única de la fiesta. Nos habíamos tranquilizado con aquel
paseo de los primeros metros de caminata. Empezamos a pensar que ya
eramos parte del  público asistente a la feria. Venían muchas personas
de otras disciplinas que se enseñaban  en el centro escolar. Teníamos
ese sentimiento de que estábamos celebrando aquel encuentro con deseo
de hacerlo.

La relación entre las personas de la comitiva era afable, cortés.
Nuestros sentidos despertaban en aquel momento a la festividad por
antonomasia de laciudad. Había recato y pudor en el ambiente. Era una
actividad que no por repetitiva cada año, dejaba de ser novedosa. La
señora que vino junto a mi en el autobús iba delante. La conversación
que trajimos fue amena y relajante. Las personas mayores encontramos
la empatía en el trato donde menos lo esperamos. Ella converso durante
buena parte del trayecto.

Capítulo seis.

El ajetreo era la norma de aquel recinto fiestero. Caminábamos
resolutivos en dirección a la caseta. Distraidamente, sin prisas pero
sin pausas; en el resultado de un conjunto de personas en hilera, más
o menos alargado. Contemplábamos con una mirada distendida el aspecto
llamativo de los exteriores. Había polvo en el suelo. Andábamos
cómodamente con ese comedido vocabulario, recién llegados al destino
acordado.

Expectantes, familiarizados ya con los detalles genéricos del
recorrido en una visión amplia. Sin detenernos en minúsculas
apreciaciones. A groso modo se podría decir que ambientados en esa
pisada que se ajusta al camino entre la arenilla del suelo, el calzado
y la parca palabra; animosa y educada. Había cortesía entre los
miembros de aquella pequeña comunidad educativa; que avanzaba entre la
algarabía del público, el ruido y esa sintonía de la luz, que hacía
que nos sintiéramos despreocupados. Como el que va de manera ambulante
de un lado a otro, sin rumbo fijo.

Era como si interpretáramos todos aquel sentido que tal propósito en
aquella salida imbuía y completara un actividad ludica. Paralelamente
se apreciaba sintonización en un lenguaje común, superficial, metódico
y entretenido. Se apreciaba como un sentimiento de hermandad
compartida. Aunque muchos no nos conocíamos porque pertenecían a
distintas enseñanzas y niveles en la escuela impartidas. Pero todos
teníamos en la mente la participación en aquella salida conjunta. En
medio de un pensamiento noble de unidad con un fin único : relajarnos
como finalidad de un proyecto de aprendizaje a lo largo del curso, que
en esa hora era colectivo.

Como terapia y ofrecimiento de una metodología que era parte  de la
lectiva funcionalidad del sistema educativo. Tranquilizamos ese
consenso con ese concepto amistoso con que los adultos encaramos la
más concreta de las realizaciones culturales; siendo conocedores de
esa relación horizontal de los alumnos. Certificamos el clima de
entendimiento y jubilosos nos hacíamos parloteando. Entre aquel
entramado y denso continente de habitáculos, puestos, artilugios, y
seres humanos; que poblaban las concurridas avenidas de aquel feriado
día.

Capitulo siete:

Cruzamos el albero hacia la otra acera en la esquina de la amplia
calle. Alguien dijo: ¡aquí es  donde venimos, donde hemos quedado !.
Cuando miré  los compañeros ya estaban entrando con sus trajes
favorables de bonito. La etiqueta de la vestimenta que lucían sus
vestidos, con un gran estilo para la ocasión.

Antes de entrar miramos dentro, con una ojeada rápida e imprecisa. De
curiosidad más que nada, como analizando el entorno. Quizás queriendo
descubrir la sorpresa del interior para hacernos una idea del acomodo
y decoración que estábamos por ver. Era un lugar bien adecentado, con
muchas mesas donde había distensión en el primer contacto visual, y se
palpaba cierta tensión en la bienvenida. Procure relajarme cuando me
senté en una larga mesa, en un breve, brevisimo espacio, sin
posibilidad alguna de moverme. Con un gran esfuerzo y maniobra si por
cualquier  motivo tenía que levantarme.

A mi izquierda había una señora anciana pero afable, comunicativa,
campechana, abierta. Y con un aspecto de humanidad compartida.
Transmisora de buena voluntad, sencilla; de carácter intuitivo,
serena, prudente y amigable. Me  serené con las primeras palabras. A
mi derecha un caballero noble, serio pero servicial, y hasta cierto
punto cariñoso. Cuando trajeron la jarra de gazpacho procuró servirme
un vaso que rebosaba; que después él mismo me rellenó. Coloreaba el
liquido culinario pastoso a través del cristal del tubo, fresco y
sabroso, como una ensalada con varios ingredientes.

Que me recompuso los huesos cuando entró por la garganta. Notando su
sabor al pasar el gaznate abajo, como la corriente de un río cuando
pasa por una cascada. Aquel aderezo gastronómico posó y templó, el
salmorejo que me acababa de tomar. Con la misma sensación que si fuera
un banquete se mezcló en mi estomago. Entonces respiré con esa
prosodia del que se come un cocido después de servida la pringá. Y con
esa colmada plenitud de un alimento típico comido en un lugar
especial. Mientras ami lado los compañeros hablaban largamente  y con
ese tono copioso de las conversaciones a la hora de comer. Como una
fecunda satisfacción que hacía de aquella reunión una fraternidad
compartida, en su más característica convocatoria.

Capítulo octavo y último:

Cuando salimos de allí debía ser ya una hora al filo de las cuatro de
la tarde. Acordaron las maestras en charla informal con los alumnos,
ir a otro lugar a tomar café. Y todos con esa concordia que da el
finalizar una clase y volver a casa, al final de una jornada. Apiñados
con ese apaciguado semblante que ofrece pasear por la feria a media
tarde, avanzábamos.

Salidos de la parsimonia  que ofrece el almuerzo haciendo la
digestión. Lentamente, entre el bullicio y la magnitud del calmado
recreo, que ofrece un colectivo que comparte fines y esfuerzos. Nos
hicimos por medio de la multitud hacia una barra que servían café, en
otra calle en derredor.

Transitamos con pisadas cortas en aquel escenario polvoriento buscando
una mesa y sillas más cómodas hacia una más relajante caseta. Mi
profesora me presentó a una alumna de otra aula, y me tranquilice
cuando me invitaron a que me sentara con ellas.

Los camareros sirvieron con agrado, prudentemente, con esa exquisitez
que da la profesionalidad, y tras su atención me senté. La tarde ya
ofrecía una cordialidad y simpatía que nos hacia sentirnos tranquilos
y apacibles los unos con los otros, aunque muchos era la primera vez
que nos veíamos. Vi a Lola, mi compañera de clase, con la que hablé
largo y tendido. Luego nos fuimos a bailar todos juntos.

Aquí termina el relato de ocho capítulos de una tarde en la feria con
la clase de informática  en las instalaciones del  instituto Angel
Saavedra del CEPER  Josefina Molina en la barriada de Valdeolleros de
la ciudad.

F I N


José Francisco Garcia Iglesias. Córdoba. 2013

jueves, 18 de abril de 2013

Finalistas en el IV Concurso Cantalenguas


Nuestro centro ha sido seleccionado como finalista en el IV Concurso Cantalenguas por la Categoría de Educación Permanente gracias al trabajo realizado por los alumnos de Inglés.
El próximo 10 de mayo actuarán en el escenario de la Gala Final del Concurso.
Os dejo el vídeo seleccionado.

¡ENHORABUENA!

https://www.youtube.com/watch?v=X2_75kKeY84

La sorpresa ha sido doble pues yo también he sido seleccionada por la categoría de Profesorado. Este es el vídeo presentado:

https://www.youtube.com/watch?v=Wm1aIG7hd9Q



sábado, 2 de marzo de 2013

Día Internacional de la Mujer (Trabajadora, por supuesto!)

El próximo jueves 7 de marzo de 16 a 19:30h tendrá lugar una convivencia en la Sección de Educación Permanente Figueroa, con motivo del Día de la Mujer. Habrá talleres y chocolatada. ¡Os esperamos!
Para ir al blog del Centro de Adultos Parque Figueroa, haz clic aquí

domingo, 10 de febrero de 2013

MAPAS HISTÓRICOS

MAPAS HISTÓRICOS
Para aprender a comentar un mapa histórico, tienes en este enlace unas técnicas y un ejemplo para poder elaborar la Tarea 3 sobre "Europa tras el Congreso de Viena".